domingo, 7 de noviembre de 2010

Borges y Hélène von Stummer. Un temprano amor desconocido o la traducción que quizás no fue




(I) Mucho, demasiado quizás, se ha escrito ya sobre la vida privada de Borges. No sin pudor, agrego a esa aciaga bibliografía un capítulo inédito, que se localiza entre 1917 y 1921. Lo haré con decoro y sin embages.

En una carta a Roberto Godel, su antiguo compañero de escuela, enviada desde Ginebra a Buenos Aires el 23 de mayo de 1918, Borges relata al amigo una penuria amorosa sufrida el año anterior (respeto la heterodoxa grafía del manuscrito, pero no señalo tachaduras y agregados):

[En 1917] Me enamoré de una muchacha de Praga muy inteligente pero bastante fea que estudiaba conmigo. Felizmente ella no me hizo caso y la crisis no duró mas de unos tres meses. Ahora la veo con mucha frecuencia y somos muy amigos y nada mas.
(Ella tendrá unos veinticinco años).

Esa «muchacha de Praga» es, según puede inferirse de algunos indicios, «la checa» mencionada en carta inédita de Borges, enviada a su amigo ginebrino Maurice Abramowicz hacia mayo de 1919. Allí, Borges anota:

La tchèque m’ai fait cadeau d’une photo en profil, coiffée à la Boticelli, sur le revers de laquelle elle avait le toupet touchant d’écrire ces vers fameux de Catulli: odi et amo, etc.1

[Trad. CG: La checa me ha regalado una foto de perfil, peinada a lo Boticelli, al reverso de la cual tuvo el emocionante tupé de escribir ese verso famoso de Cátulo: odi et amo, etc.]

La «checa» no volverá a aparecer en la correspondencia de Borges con Abramowicz (cuando menos, en las cartas publicadas hasta hoy; cf. mi edición: Cartas del fervor. Correspondencia con Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda, 1919-1928. Barcelona, 1999); pero a cambio surge, a fines de 1920, una «Hélène». En otra carta a Abramowicz, de hacia el 17 de noviembre de 1920 (Cartas del fervor, 128), Borges anota:

Je partage ton jugement sur Hélène.

[Trad. CG: «Comparto tu juicio sobre Hélène».]

Hacia el 2 de marzo de 1921, Borges vuelve a escribir a Abramowicz (Cartas del fervor, 146):

Je partage ton aversion pour Hélène. Elle m’a fiché une lettre style Jean-Christophe.

[Trad. CG: «Comparto tu aversión hacia Hélène. Me ha arrojado una carta estilo Jean-Cristophe». Borges alude a la novela de Romain Rolland, autor que él consideraba sensiblero.]

A pesar de los giros despectivos, producto del despecho, «Hélène» es la baronesa Hélène von Stummer, a quien Borges recordará, decenios más tarde, ya esclarecido por la edad, como aquélla «cuya muerte no ha borrado en nuestra memoria su tímida sonrisa». A ella agradece Borges el haber tomado conocimiento, en Ginebra, de la novela El Gólem, de Gustav Meyrink.2

1. Borges alude al epigrama 85 de Cátulo, que reza: «Odi et amo, quare id faciam, fortasse requiris. Nescio, sed fieri sentio et excrucior». Mi conjetural traducción, sin ambiciones literarias: «Odio y amo. ¿Por qué lo hago?, preguntarás. Lo ignoro. Así lo siento y soporto el martirio».

2. Gustav Meyrink: Der Golem. Leipzig: Kurt Wolff Verlag, 1915. En castellano: El Gólem. Barcelona: Tusquets, 1995. La cita procede del prólogo que Borges adosara a El cardenal Napellus, del mismo autor (La Biblioteca de Babel. Madrid: Siruela, 1987, 8-10). Otras obras de Meyrink probablemente leídas por Borges hacia 1916-1917: Fledermäuse. Sieben Geschichten [Murciélagos. Siete cuentos]. Leipzig: Kurt Wolff Verlag, 1916; Das grüne Gesicht [El rostro verde]. Leipzig: Kurt Wolff Verlag, 1917.




(II) La identidad de «Hélène», la «muchacha de Praga», «la checa», y «H. von Stummer» fue, durante años, una intuición secreta, apenas compartida con algunos conocidos.

Recién la tardía publicación de una entrevista mantenida por Borges con Jaime Alazraki en 1971 (Variaciones Borges 3, Aarhus, enero de 1997, 171) trajo certeza, aunque solo de manera reconocible para quien ya estuviera sobre la pista. Aludiendo nuevamente a quien lo iniciara en la lectura de El Gólem, Borges relata:

Entonces una amiga mía —¿cómo se llamaba?—, era baronesa, era de Praga, ah sí, la baronesa Forschtümer [sic], me dijo que se había publicado hace poco un libro muy interesante, una novela fantástica que se llamaba Der Golem.1

«Forschtümer» es una fallida transcripción de oídas de von Stummer. (anoto, de paso, que la teratológica creación involuntaria del amanuense significaría, en alemán, algo así como investigüedades).

Ninguno de los biógrafos compulsados ha reparado en que Borges publicó, a fines de 1920, una poesía atribuida a Hélène, «Epitalamio» (Textos recobrados, 1997, 68-69), con versos de este tenor:

Pájaro rojo
El corazón voló sobre las plazas que esponjaba la noche
[...]
Los ojos fueron una vid trepadora sobre tu torso irradiante
Bajé a tu carne como quien baja a una fuente
Trapecio sensorial estrella honda gimnasia curvilínea
En la culminación los cuerpos fueron dos alas
[...]
Sobre tu cuerpo avión de adolescentes
Volé rompiendo los horizontes felices.

La versión firmada por Borges apareció con el agregado «(Del libro Leidenschaftliche Plakate, 1919)», título traducible por «afiches apasionados». A pesar de una intensa búsqueda, no me ha sido posible encontrar el original alemán en bibliotecas o en librerías de viejo de Ginebra o Alemania; tampoco figura en ninguno de los repertorios a mi alcance.

Borges publicó el poema, sin comentario, al final de la «Antología expresionista» (Cervantes, Madrid, octubre de 1920, 111-112; Textos recobrados, 1997, 68-69), allí atribuido a «H. v. Stummer», donde se transparenta Hélène von Stummer, la única mujer de quien se publica algo en la antología.

Para quien conozca la maniera del temprano Borges ultraísta, el poema sonará como un auténtico Borges de 1920, tanto en el vocabulario como en el sistema de enfilamiento de imágenes.

Una carta inédita y sin fecha de Borges a un amigo español obliga, empero, a replantear el tema de la autoría de este poema.

La misiva, que dato hacia el 3 de septiembre de 1920, enumera una serie de términos que Borges emplea, por esa época, en poemas que está escribiendo, cuyos títulos, sin embargo y por desgracia, no menciona. Uno de esos términos es culminación. Había sido utilizado por Borges en 1919 («La llama»; rebautizado «Llamarada» en Fervor de Buenos Aires, 1923, donde figura con variantes menores). De 1920 no ha llegado a mi conocimiento ningún poema impreso o inédito de Borges que contenga esa palabra, con excepción del verso 10 («en la culminación los cuerpos fueron alas») del arriba reproducido «Epitalamio».

Ello sugiere que, o bien se ha perdido un manuscrito poético que contenía la palabra culminación, o la firma «H. von Stummer» es una finta de Borges y el poema no es una traducción, sino suyo. En ese caso, sería un oblicuo homenaje a la cambiante baronesa, de cuyo esquivo cuerpo Borges se apodera, por fin, en el poema.

1. El ejemplar se conserva, al parecer, en la Fundación Jorge Luis Borges, Buenos Aires: véase Un ensayo autobiográfico. Barcelona: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores / Emecé, 1999, 48.

Fuente :
El trujamán, Centro Vitual Cervantes
Carlos García
14 de abril de 2005 y 25 de abril de 2005

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