miércoles, 12 de noviembre de 2014

"El Zahir", cuento esotérico de Borges




 Jessica Enriquez

El cuento "El Zahir", del célebre escritor argentino Jorge Luis Borges, está inscrito en el rubro de los cuentos misteriosos, es decir, aquellos que ofrecen cierta "dificultad" a la hora de interpretarlos, pues generalmente son extraños y ambiguos; además, el narrador suele sugerir un clima sobrenatural, sin apartarse de la realidad sino más bien deformándola. En este sentido, "El Zahir" relata la obsesión de un hombre por un "zahir", es decir, una moneda de veinte centavos de la ciudad de Buenos Aires. De igual forma, "zahir" "en árabe quiere decir notorio, visible; en tal sentido, es uno de los noventa y nueve nombres de Dios; la plebe, en tierras musulmanas, lo dice de 'los seres o cosas que tienen la terrible virtud de ser inolvidables y cuya imagen acaba por enloquecer a la gente'" (Jorge Luis Borges).

Como vemos, el argumento del cuento tiene en sí mismo mucho de esotérico, de misterioso, de oculto. Además, el personaje principal acabará por volverse loco por no pensar en otra cosa que en el "Zahir"; aunque cabe la posibilidad de que estuviera esquizofrénico desde antes, personaje característico en los cuentos misteriosos.

En el relato, un narrador protagonista cuenta su historia en primera persona de una manera personal y subjetiva, nos regala un monólogo interior de sus percepciones, de sus más profundos pensamientos y de sus temores; sin duda, el escaño de intimidad es muy alto, pues nos brinda la confesión de su locura. Ese narrador protagonista, llamado Borges, es el único personaje del cuento, su personalidad es rara y comunica en todo momento un sentimiento de extrañeza; su carácter es reflexivo, mas lo inusual en ello son las cosas metafísicas sobre las que reflexiona, como una profunda meditación sobre las connotaciones de una moneda.

Todo ello nos hace pensar que el personaje sufría ya una especie de esquizofrenia antes de encontrar al "Zahir" y de enloquecer por esa causa, pues, según parece, la locura es anunciada en una especie de prolepsis, entonces, cuando el protagonista escribe su texto se supone que aún no está loco, sin embargo, sus reflexiones y la gran cantidad de imágenes que disparan los pensamientos que refiere son como una especie de aceleración o desorden mental. Incluso hace experimentos raros en los que trata de pensar en otras monedas, pero no lo consigue y va a dar al psiquiatra. El insomnio que lo atormenta y los calmantes que utiliza para dormir y no tener sueños raros son síntomas de su estado mental.

No podemos precisar el tiempo físico de "El Zahir", sabemos que el narrador comienza a escribir su texto un trece de noviembre, cinco meses después de que encontrara el Zahir; debe ser un año posterior a 1932, que es el último año que se menciona en el texto. A partir de allí ya no sabemos nada del tiempo físico hasta que el narrador irrumpe la marcha de su relato, para, por medio de una prolepsis, darnos la fecha casi exacta en la que se volverá completamente loco: "Antes de 1948, el destino me habrá alcanzado. Tendrán que alimentarme y vestirme, no sabré si es de tarde o de mañana, no sabré quién fue Borges".

Poco sabemos del tiempo psicológico, debido a la irrupción de la prolepsis, pues bien ésta puede ser parte del estilo discursivo y podemos intuir que la narración (o escritura) del texto se concluyó después de la locura total; o bien (cosa más probable), el tiempo vivencial del narrador se ubica entre la conclusión de la acción y la locura, tras lo cual estaríamos ante una prolepsis efectiva que acentúa lo misterioso del cuento y la condición del personaje

brindando una mayor eficacia al relato.

En "El Zahir", el mundo se construye a través de las percepciones que implican la intuición del espacio y el tiempo; en el universo del cuento pareciera que se fusionan, que se disuelven. La moneda es para el personaje todo el espacio y todo el tiempo; porque el espacio implica reconocer al otro, reconocer a un "no yo", "el espacio es la forma de la intuición de objetos externos que conceptuamos opuestos al 'yo'" (Enrique Anderson Imbert); estos elementos son a fin de cuentas mentales y emocionales, los conocemos en nuestro interior y es allí donde se encuentran ambos elementos, en la conciencia del personaje; para éste, la moneda es espacio porque es música, mapas, café y también es tiempo, tiempo futuro. Pienso que esta cita de Anderson es capaz de ubicar la forma del tiempo y el espacio que podemos dilucidar en "El Zahir": "(...) la percepción de los objetos exteriores a nosotros (ordenados con la forma del espacio) ocurre en nuestra intimidad (que se ordena con la forma del tiempo). El tiempo, pues, comprende al espacio. La forma del tiempo relaciona una multiplicidad de percepciones, las ordena y afirma la unidad del espíritu humano".

Fuente :  El Sol de México
10 de noviembre de 2014

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