sábado, 11 de marzo de 2017

Borges: el otro acuerdo con Irán



El gran escritor argentino autor de “El Aleph” despierta pasión en Oriente. Tanta, que Najmeh Shobeyri ganó uno de los máximos premios del mundo persa por traducir “Cartas del fervor”, una colección de escritos que el argentino redactó cuando era poco más que un desconocido.

La mujer recibió una llamada telefónica. Le pedían auxilio: una editorial de Irán había comprado los derechos para publicar textos de Jorge Luis Borges, pero ante lo difícil de la prosa el traductor había salido corriendo.

“Soy una persona de desafíos, así que les dije que iba a poder hacerlo yo si me daban un tiempo”, cuenta Najmeh Shobeyri desde Teherán. Cuatro años después de aquel pedido, la versión en farsi de “Cartas del fervor” le valió a la investigadora el Premio Nacional de Libro 2016, una de las mayores distinciones que tiene la milenaria cultura persa.

Cartas… reúne la correspondencia juvenil entre Borges y sus amigos Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda. Jorge Luis se dirigía a ellos en francés o en castellano; siempre laberíntico y genial. Al traducir, Shobeyri tuvo que incorporar casi quinientas notas al pie para que el lector iraní no se desorientara. Un mar de explicaciones y referencias.

“Lo hice con placer, pero me demandó un gran esfuerzo. En ocasiones tardaba una semana en interpretar diez líneas”, confiesa. Algo entendible, ya que a la lejanía cronológica –las misivas se escribieron entre 1919 y 1928- hay que sumarle las distancias culturales.

El joven Borges comenta con igual entusiasmo sus proyectos estéticos y sus visitas a los burdeles. Por eso asombra al prejuicio occidental que el libro premiado en Irán haya sido justamente “Cartas del fervor”. No hay tabú en esas páginas de estilo irreverente. Es un Georgie que se empapa de experiencia. “Cada carta me ha llevado al menos una semana, y son incontables los tramos que tuve que ir descifrando desde el final para llegar al principio”, apunta la traductora.

-Además, el Borges que llega a Irán con “Cartas…” es atípico. Tiene cierta distancia con el personaje que conocimos luego…

-Es un Borges veinteañero, pero su espíritu inquieto, que impulsa al ultraísmo y surge en sus palabras, ya está ahí. Tenía sus metáforas, su ironía. Al traducirlo, se nota cómo aquel jovencito, que era muy maduro para su edad, se iba convirtiendo en un hombre.

-¿Y cómo son los lectores iraníes de Borges?

-En Irán se lee mucha literatura hispanoamericana. Leemos a Juan Rulfo, a Alejo Carpentier, a Cortázar. Gustan todos esos autores.

Supongo que los iraníes, al luchar por nuestra independencia y ser bastante “antigringos”, como dicen ustedes, nos reconocemos en algunas voces de Latinoamérica. Hay una fraternidad. Pero claro, los lectores borgianos tienen sus propias particularidades. En principio, es un autor que se asocia con “el límite de lo difícil”. Decimos que hay que leerlo como mínimo dos veces para llegar a comprenderlo.

El vínculo de Borges con Oriente puede rastrearse hasta el padre de Jorge Luis, que se llamaba Jorge Guillermo. El papá también tenía intereses literarios: tradujo al español los Rubaiyat de Omar Jayam, un clásico de la poesía iraní.

Más tarde, en la biblioteca familiar, Borges hijo tuvo acceso a múltiples traducciones de “Las mil y una noches” -incluida la de Richard Burton, no apta para menores-, así como a los ensueños de Rudyard Kipling, Lord Byron y otros viajeros. La relación entre el escritor argentino y la civilización persa, con su lengua “de aves y de rosas”, fue más cercana de lo que suele suponerse.

En tanto, el idilio de Najmeh con las letras borgianas empezó cuando tradujo Hombre de la esquina rosada. Tardó seis meses en pasar al farsi las siete carillas del baile donde brilla La Lujanera y se apaga Francisco Real. “¡Fue tan hermoso y complicado!”, suspira ella. Pero le gustó. Después de todo, aquellos americanos del Sur tenían cosas que contar.

  
Lo que más sorprende

Toda traducción implica el deseo de entender al otro. En el caso del Cercano Oriente, el intento puede generar intercambios y sorpresas. Una de las preguntas que Los Andes le hizo a Najmeh Shobeyri fue, por ejemplo, qué aspectos de la realidad latinoamericana le resultaban más incomprensibles.

“Uno de los fenómenos que más me impacta es el asunto de las madres solteras”, contestó ella.

“Espero que no sea así, pero mis amigas de Latinoamérica me dicen que allí muchos niños no tienen recuerdos de haber estado con su padre. Los han criado solamente sus mamás. Creo que eso es una desgracia; y a la vez creo que estas mujeres, que luchan solas por sus hijos cuando el varón se ha ido, tienen un gran mérito”.



Jorge en la timba

Hace unos años, la editorial Emecé publicó en castellano las “Cartas del fervor”. Allí pueden encontrarse piezas inesperadas, como la esquela que Borges le escribió a su amigo Maurice Abramowicz el 2 de marzo de 1921 desde Barcelona.   

“Querido hermano:
Desde la ciudad rectangular e inmunda, lanzo hacia ti mi corazón como una red. Pasado mañana parto. He dejado Palma con una vasta pena. Alomar, Sureda y yo escribimos el manifiesto que sabes y que provocó un asombro y un escándalo espléndidos. Después, en la ruleta tuve una suerte inaudita para mí (¡60 pesetas con un capital de una peseta!) y que me permitió triunfar tres noches seguidas en el burdel. ¡Una rubia suntuosamente chancha y una morena que llamábamos La Princesa y sobre cuya humanidad me embriagué como un avión o un caballo! (…)

Ahora la gloria se ha apagado. Me siento "como un huérfano pobre sin su hermana mayor". Verdaderamente he amado a esa Luz que me trataba como a un chico y cuyos gestos eran de una indecencia ingenua. Se parecía a una catedral y a una perra.

Escríbeme a Poste restante en Buenos Aires (…)”.


Fuente : Los Andes – Mendoza



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