domingo, 28 de mayo de 2017

Xul Solar "interviene" a Borges



La Nacion / Es cierto que las vanguardias pretendieron, como se dijo más de una vez, destruir la institución arte. Podría agregarse que una de las vías privilegiadas para lograrlo fue la disolución de los límites entre un arte y otro. Si se parte de esa presunción, hay que concluir que la vanguardia, en cuanto tal, no puede pensarse de manera tabicada, como si se dijera: la literatura por acá, la pintura por allá, la música por otro lado. No: la vanguardia es transversal. Trae consigo una incisición que divide y, a la vez, une.

Las viñetas de Xul nunca se vieron con tanta belleza. La vanguardia literaria rioplatense de la década de 1920 tenía sus raíces y su justificación en el ultraísmo y, en ese sentido, le competen las generales de la misma ley. Por eso, aunque sus materiales fueran diferentes, Jorge Luis Borges y Xul Solar participaron durante un tiempo de un proyecto estético idéntico. De ahí que el segundo se prestara a "ilustrar" con viñetas los libros de ensayos iniciales del primero, y que el primero respirara poéticamente en la obra visual del segundo.

Hasta que María Kodama decidió volver a publicarlo en 1994, el libro de ensayos El idioma de los argentinos -lo mismo que Inquisiciones y El tamaño de mi esperanza - era inhallables, pasto de fotocopias de los estudiantes de Letras.

La historia fue la siguiente. La primera edición de El idioma de los argentinos apareció con el sello Gleizer en 1928 y, más adelante, Borges excluyó ese título, igual que los otros dos, de las Obras completas que Emecé publicó en 1974. Pero la inclusión de algunos de esos textos, autorizada por Borges, en la edición francesa de la Bibliothèque de la Pléiade permitió una nueva vida también en español.

A esa edición de El idioma de los argentinos de los años 90 se suma ahora otra nueva, recién publicada por el Museo Nacional de Bellas Artes, la Fundación Internacional Jorge Luis Borges y la Fundación Pan Klub: la reproducción facsimilar de un ejemplar de la primera edición del libro, parte de la biblioteca personal de Xul Solar, intervenido por el propio artista, con una nueva cubierta, lomo y contratapa pintada al óleo, e interiores a la acuarela. El ejemplar original forma parte de la muestra Xul Solar. Panactivista , que puede visitarse hasta el 18 de junio en el Bellas Artes.

Tiempo de prefiguraciones En El idioma de los argentinos aparecen tópicos que Borges devanará más adelante, en las dos décadas siguientes, y todos ellos se concentran acaso en el capítulo "Dos esquinas". Los escritos que lo integran, "Sentirse en muerte" (hay que ver la calavera y el reloj de arena que incrusta Xul arriba del título) y "Hombres pelearon", revelan dos líneas del trabajo de Borges: la metafísica deudora de Schopenhauer del que muere para sí mismo y se convierte en sujeto puro de conocimiento, y la del coraje orillero del cuchillo.

Cuando Borges escribió su breve presentación de Xul Solar (recogida ahora en Textos recobrados ), se habían extinguido ya los fulgores vanguardistas. Fue en 1949, mucho después de las viñetas de los años 20. Sin embargo, un pasaje de ese escrito encierra todavía la definición más exacta de su poética. "Hombre versado en todas las disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre de escrituras, de lenguajes, de utopías, de mitologías, huésped de infiernos y de cielos, autor panajedrecista y astrólogo, perfecto en la indulgente ironía y en la generosa amistad, Xul Solar es uno de los acontecimientos más singulares de nuestra época". Lo que unía a Borges y a Xul era la invención, entonces, de una vanguardia de inflexión local: la línea que une el "criollismo" borgeano con el "neocriollo" y la "panlengua" de Xul. "Vivimos una hora de promisión -dice Borges en la conferencia "El idioma de los argentinos"-. Que alguien se afirme venturoso en lengua española, que el pavor metafísico de gran estilo se piense en español tiene su algo y también su mucho de atrevimiento". Después de todo, el problema entero de la vanguardia pertenece al orden del lenguaje.

El coleccionista se emociona cuando revisa este facsímil impecable de El idioma de los argentinos . Ya el sólo ejemplar publicado por Gleizer, sin las intervenciones ulteriores de Xul, bastaría para provocar un temblor. ¿Por qué volvemos a las vanguardias? Porque, como observa Beatriz Sarlo, vamos hacia un pasado cuyo interés todavía conecta con nosotros, y si conecta con nosotros es porque esas tentativas de principios de siglo tuvieron una supervivencia en el arte contemporáneo. Buscamos todavía esa conmoción que sobrevive como temblor: un temblor que no es del coleccionista ni de lo coleccionado, sino de lo que ambos quisieran mantener con vida.

Fuente : Entorno Inteligente


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